jueves, 26 de abril de 2012

LA INSPIRACIÓN

Este es un artículo muy interesante escrito por Richard L. Thompson, Sadaputa das, discípulo iniciado de Su Divina Gracia Srila Prabhupada, y fungió como miembro del grupo de cientificos del Instituto Bhaktivedanta o Bhaktivedanta Institute, por su nombre en inglés. 


LA INSPIRACIÓN

Por Richard L. Thompson

En este artículo examinaremos cómo adquieren conocimiento los seres humanos en la ciencia, las matemáticas y el arte. Nuestro tema tratará principalmente sobre la formación de ideas e hipótesis en la ciencia y en las matemáticas, debido a que su naturaleza formal tiende a poner en una perspectiva particularmente clara los fenómenos en los cuales estamos interesados. Mostraremos que el fenómeno generalmente conocido como inspiración, es una parte esencial del proceso para adquirir conocimiento en la ciencia y en las matemáticas modernas, así como en las diversas artes creativas (tales como la música). Argumentaremos que el fenómeno de la inspiración no puede ser explicado fácilmente mediante los modelos mecanicistas de la naturaleza consistentes de las teorías actuales de la Física y de la Química. Como una alternativa a estos modelos, se delineará una estructura teórica no mecanicista para la descripción de la naturaleza. Esta estructura general al mismo tiempo que provee una explicación directa de la inspiración, es lo suficientemente extensa para incluir las teorías actuales de la Física como un caso limitativo.

Los científicos modernos adquieren conocimiento, al menos en principio, mediante lo que se llama el método hipotético-deductivo. Usando este método, formulan hipótesis y después las ensayan mediante los medios de la observación experimental. Los investigadores consideran válidas las hipótesis únicamente en tanto que sean consecuentes con los datos obtenidos mediante la observación y por principio deben rechazar cualquier hipótesis que no concuerda con la observación. Una gran cantidad de análisis se ha dirigido a la parte deductiva del método hipotético-deductivo, pero al proceso igualmente importante de la formación de hipótesis se le ha descuidado grandemente. Por lo tanto nuestra pregunta es: “¿De dónde provienen las hipótesis?”.

Es claro que los científicos no pueden usar ningún proceso directo de paso-a-paso para derivar las hipótesis de los datos observacionales crudos. Incluso para tratar con tales datos, tienen que tener ya alguna hipótesis funcionando, de otra manera los datos no constituyen más que una formación de símbolos confusos (o visualizaciones y sonidos), lo cual no es más significativo que una tabla al azar. En relación con esto Albert Einstein dijo en una ocasión: “Puede ser instructivamente útil tener en cuenta lo que no se ha observado. Pero en principio es totalmente erróneo tratar de basar una teoría únicamente en las magnitudes observables. En realidad sucede lo totalmente opuesto. La teoría es la que determina lo que podemos observar”.1

Las matemáticas puras contienen un equivalente del método hipotético-deductivo. En este caso, en lugar de hipótesis existen sistemas propuestos de razonamiento matemático con el propósito de responder preguntas matemáticas específicas. Y en lugar de un ensayo experimental de una hipótesis hay un proceso de paso-a-paso para verificar que una demostración determinada, o que una línea de razonamiento matemático, está correcta. Este proceso de verificación es directo y podría en principio ser llevado a cabo por una computadora. Sin embargo, no existe un método directo de paso-a-paso para generar demostraciones matemáticas y sistemas de ideas, tales como en la teoría de conjuntos o en la teoría de integración Labesque.

De hecho, para ciertas clases de cuestiones matemáticas, se ha probado que no existe un procedimiento sistemático que resolverá cada cuestión en la clase. Aquí hay un ejemplo sencillo referente a las funciones elementales. (Las funciones elementales, generalmente estudiadas al principio de los cursos de cálculo, incluyen cualquier función de una variable real que se ha construido de una combinación de números enteros, sumas, multiplicaciones, proporciones, raíces, elevación de potencias, logaritmos, funciones trigonométricas, y los inversos de funciones trigonométricas).

Se ha probado que no existe un algoritmo, o procedimiento sistemático, que resolverá la siguiente cuestión en general: “¿Es el integral una función elemental también una función elemental?” “¿Es una función elemental también el integral de una función elemental?”2

Si las hipótesis en la ciencia y en los sistemas de razonamiento en las matemáticas no son generadas por un método sistemático, entonces ¿Cuál es su origen? Encontramos que casi universalmente surge dentro de la mente del investigador mediante una súbita inspiración. El ejemplo clásico es el descubrimiento de Arquímedes del principio específico de la gravedad. El matemático griego se veía frente al problema de determinar si la corona de un rey era de oro sólido sin hacer ninguna perforación en ella. Después de un largo período de labor infructuosa, recibió la respuesta al problema en una inspiración súbita mientras se bañaba.

Tales inspiraciones generalmente ocurren repentina e inesperadamente a las personas que previamente sin éxito habían hecho un esfuerzo consciente de resolver el problema en cuestión, por lo general éstas ocurren cuando uno no está pensando acerca del problema, y con frecuencia indican una forma enteramente nueva de verlo –una forma que los investigadores ni siquiera jamás habían considerado durante sus esfuerzos conscientes por encontrar una solución. Generalmente una inspiración aparece como una percepción repentina de la solución al problema, acompañada de la convicción de que la solución es correcta y final. Uno percibe la solución en su totalidad, aunque puede ser bastante larga y complicada una vez escrita por completo.

La inspiración juega un papel notable y esencial en la solución de problemas difíciles en la ciencia y en las matemáticas. Generalmente, los investigadores pueden atacar exitosamente mediante esfuerzos conscientes únicamente problemas de rutina. Significativos avances de la ciencia casi siempre implican inspiración súbita, como lo atestiguan ampliamente las vidas de grandes científicos y matemáticos. Un ejemplo típico es la experiencia del matemático del siglo XIX Karl Gauss. Después de tratar de probar por años sin éxito cierto teorema acerca de números, repentinamente Gauss se dio cuenta de la solución. Él describió su experiencia en la forma siguiente: “Finalmente hace dos días, tuve éxito, no debido a mis penosos esfuerzos, sino por la gracia de Dios. Como un relampagueante destello repentino, el acertijo estaba resuelto. Yo mismo no pude decir qué fue el hilo conductor que conecto aquello que sabía previamente con aquello que hizo posible mi éxito”.3

Fácilmente podemos citar muchos casos similares de inspiración súbita. Éste es otro, dado por Henri Poincaré, un famoso matemático francés del pasado siglo XIX. Después de trabajar por algún tiempo con ciertos problemas en la teoría de las funciones, Poincaré tuvo la oportunidad de ir al campo en un recorrido geológico, durante el cual hizo a un lado su trabajo matemático. Cuando se encontraba en el recorrido recibió una inspiración repentina concerniente a su búsqueda, a la cual él describe como sigue: “Al momento que puse mi pie en el escalón la idea vino a mí, al parecer sin que mis pensamientos anteriores hayan preparado el camino a ésta, que las transformaciones que yo había usado…habían sido idénticas a aquellas de la geometría no euclidiana”.4 Más tarde, después de un trabajo infructuoso sobre una cuestión aparentemente sin relación, súbitamente realizó, “exactamente son las mismas características de brevedad, rapidez y seguridad inmediata”5 que este trabajo podía ser combinado con su inspiración previa para proporcionar un avance significativo en su búsqueda sobre la teoría de las funciones. Entonces una tercera inspiración le proporcionó el argumento final que necesitaba para finalizar ese trabajo.

Como se mencionó previamente, aunque las inspiraciones generalmente ocurren después de un considerable período de esfuerzo intenso, pero sin éxito, por resolver un problema conscientemente, éste no es siempre el caso. Aquí hay otro ejemplo desde otro campo de empeño, composición musical. Wolfang Amadeus Mozart describió una vez como creaba sus obras musicales: “Cuando me siento bien y de buen humor, o tomando un paseo en coche o caminando…pensamientos saturan mi mente tan fácilmente como yo lo deseo. ¿De dónde vienen y cómo vienen? No lo sé y yo no tengo ninguna intervención en ello…Una vez que tengo mi tema, llega otra melodía, enlazándose ella misma con la primera, de acuerdo a las necesidades de la composición como un todo… Entonces mi alma está en fuego con inspiración, empero si no ocurre nada que distraiga mi atención. La obra crece; sigo expandiéndola, concibiéndola más y más claramente, hasta que tengo toda la composición entera terminada en mi cabeza, a pesar de que pueda ser larga… no viene a mí, con sus diversas partes dispuestas en detalle, cómo estarán más tarde, pero se encuentra en su totalidad tal que mi imaginación me permite oírla”.6 (resaltado añadido).

De estos ejemplos descubrimos dos características significantes del fenómeno de la inspiración: primero, su origen se encuentra más allá de la percepción consciente del sujeto; y segunda, provee al sujeto con información inasequible mediante cualquier esfuerzo consciente.

Estas características conducen a Poincaré y a su seguidor Hadamar a atribuir la inspiración a la acción de una entidad que Poincaré llamó “el yo subliminal”, y a eso él lo identifica con el subconsciente de los sicoanalistas. Poincaré llegó a las siguientes conclusiones interesantes que envuelven al yo subliminal. “El yo subliminal no es de ninguna manera inferior al yo consciente; éste no es puramente automático; puede discernir, tiene tacto, delicadeza; sabe cómo escoger, adivinar. ¿Qué digo? Sabe mejor cómo adivinar que el yo consciente, ya que aquel tiene éxito donde éste ha fallado. En una palabra, ¿no es el yo subliminal superior al yo consciente?”7

Haciendo esta pregunta, Poincaré retrocede de ésta: “¿Se nos impone esta respuesta afirmativa por los hechos que acabo de dar? Confieso que de mi parte, detestaría aceptarla”.8 Después él continúa para delinear una respuesta mecánica de cómo el yo subliminal, visto como un autómata, podría explicar el fenómeno observado de la inspiración.

Examinaremos cuidadosamente los argumentos para tal explicación mecánica de la inspiración. Esta cuestión es de particular importancia al momento presente, porque la filosofía materialista predominante de la ciencia moderna sostiene que la mente no es más que una máquina y que todo el fenómeno mental, incluyendo conciencia, que no son más que productos de reacciones mecánicas. Y específicamente se toma al cerebro como la máquina mental, y se cree que sus elementos funcionales son las células nerviosas y posiblemente algunos sistemas de macromoléculas reaccionando entre sí dentro de estas células. Muchos científicos modernos creen que toda actividad del cerebro resulta simplemente de las reacciones de estos elementos de acuerdo a las leyes conocidas de la Física.

Nadie (que nosotros sepamos) ha formulado todavía una explicación adecuada de la diferencia entre una máquina consciente y una inconsciente, o tan sólo indicado cómo es que una máquina siquiera pudiera ser consciente. De hecho, los investigadores que intentan describir el yo en términos mecanicistas se concentrar exclusivamente en la duplicación del comportamiento externo mediante medios mecánicos; ellos desconsideran totalmente la experiencia subjetiva de percatación consciente del yo de cada persona individual. Esta forma de plantear el yo es característica de la psicología moderna conductista [o behaviorista]. Ésta fue formalmente expuesta por el matemático británico A.M. Turing, quien argumentó que ya que cualquier cosa que el ser humano pueda hacer, que una computadora lo puede imitar, que por lo tanto, que el ser humano no es más que una máquina.

Por el momento seguiremos este planteamiento conductista y simplemente consideraremos de cómo el fenómeno de la inspiración pudiese ser duplicado por una máquina. Poincaré propuso que el yo subliminal ha de reunir muchas combinaciones de símbolos matemáticos al azar hasta que finalmente encuentra una combinación satisfaciendo el deseo de la mente consciente por un cierto tipo de resultado matemático. Propuso que la mente consciente permanecería sin percatarse de las muchas combinaciones inútiles e ilógicas fluyendo a través del subconsciente, pero que inmediatamente se percataría de una combinación satisfactoria tan pronto como ésta se formara. Por lo tanto, él propuso que el yo subliminal ha de ser capaz de formar una enorme combinación de números en poco tiempo, y que éstas serían evaluadas subconscientemente de acuerdo como se fueron formando, de acuerdo con el criterio de encontrar una solución satisfactoria determinada por la mente consciente.

Como primer paso en la evaluación de este modelo, estimemos el número de combinaciones de símbolos que se pudiese generar dentro del cerebro dentro de un período razonable de tiempo. Un elevado límite muy generoso sobre este número es dado por la cifra 3.2 x 1046. Esta cifra la obtenemos asumiendo que cada unidad de ángstrom cúbica del cerebro se forma una combinación separada y evaluada una vez durante cada billonésima de segundo sobre un período de cien años. Aunque esta cifra es una sobrestimación enorme de lo que el cerebro posiblemente podría hacer dentro de los límites de nuestro entendimiento presente de las leyes de la naturaleza, es aun infinitesimal comparada con el número total de combinaciones posibles de símbolos que uno tendría que formar para tener alguna posibilidad de acertar una prueba para un teorema matemático determinado de dificultad moderada.

Si intentamos elaborar una línea de razonamiento matemático, encontraremos que a cada paso existen muchas posibilidades de combinaciones de símbolos que podemos escribir y después podemos considerar un argumento matemático particular como un sendero a través de un árbol que posee muchos niveles sucesivos de ramas subdivisorias. Esto se ilustra en la figura de abajo. El número de ramas en tal árbol crecen exponencialmente con el número de alternativas sucesivas, y el número de alternativas es aproximadamente proporcional a la extensión de la demostración. De esa manera, en la medida que incrementa la extensión de la demostración, el número de ramificaciones sobrepasará rápidamente límites tales como el 1046 y 10100. Por ejemplo supongamos que estamos escribiendo oraciones en algún lenguaje simbólico y que las reglas de gramática de ese lenguaje nos permite un promedio de dos alternativas por cada símbolo sucesivo. Entonces hará una aproximación de 2333=10100 de oraciones gramaticales en una extensión de 333 símbolos.



La relación entre diferentes líneas de razonamiento matemático se puede representar con un árbol. Cada nudo representa una alternativa entre múltiples posibilidades que restringe un mayor desarrollo del argumento.

Incluso una breve demostración matemática con frecuencia se expandirá en gran extensión cuando se escribe en su totalidad, y muchas pruebas matemáticas requieren páginas y páginas de exposiciones altamente condensadas, en las cuales se dejan muchos pasos esenciales para ser cubiertos por el lector. Así únicamente existe una extremadamente remota posibilidad que aparezca un argumento apropiado como una combinación al azar de acuerdo al modelo mecánico del proceso de la inspiración de Poincaré. Claramente, el fenómeno de la inspiración de un proceso de selección capaz de ir más o menos directamente a la solución, sin siquiera considerar la vasta mayoría de posibles combinaciones de argumentos.

Los requisitos que son necesarios en este proceso de selección se ilustran vívidamente de inspiración matemática. Muy frecuentemente se encuentra con que la solución de un difícil problema matemático depende del descubrimiento de principios básicos y sistemas fundamentales de relación matemática. Únicamente cuando se han entendido estos principios y sistemas entonces el problema adopta una forma manejable, por lo tanto, con frecuencia muchos problemas difíciles han permanecido sin ser resueltos por muchos años, hasta que las matemáticas desarrollan gradualmente diversas ideas y métodos sofisticados de comprobación que hicieron posible su solución. Sin embargo, es interesante notar que en algunas ocasiones la inspiración súbita ha evadido totalmente este proceso gradual de desarrollo. Existen varios casos en que famosos matemáticos, han establecido resultados matemáticos sin demostración que investigadores posteriores comprobaron únicamente después de elaborar sistemas de relaciones fundamentales que gradualmente han salido a la luz. Aquí tenemos dos ejemplos:

El primer ejemplo se refiere a la función zeta estudiada por el matemático alemán Bernhard Riemann. Al momento de su muerte, Riemann dejó una nota que describía diversas propiedades de esta función que pertenecía a la teoría de los números primos. Él no indicó la demostración de etas propiedades, y transcurrieron muchos años antes que otros matemáticos los pudieran comprobar todos ellos con excepción de uno. La cuestión restante permanece sin ser resuelta a pesar de que se le ha dedicado una inmensa cantidad de labor en los últimos setenta y cinco años. De las propiedades de la función zeta que se han verificado, Jaques Hadamard dijo: “Todos estos complementos pudieron ser incluidos en la publicación de Riemann únicamente con la ayuda de hechos que eran completamente desconocidos en su época, y, por una de las propiedades enunciadas por él, es difícilmente concebible como la pudo haber encontrado sin usar alguno de estos principios generales, y de los cuales no se hace mención en su papel”.

La obra del matemático francés Evariste Galois nos provee con un caso similar al de Riemann. Galois es famoso por un papel que completamente revolucionó el tema del álgebra, y el cual escribió apresuradamente en descripción a grandes rasgos justo antes de su muerte. Sin embargo, el ejemplo que estamos considerando se refiere a un teorema que Galois planteó, sin demostración, a un amigo en una carta. De acuerdo con Hadamard este teorema ni siquiera se podía entender en términos del conocimiento matemático de ese tiempo; éste se hizo comprensible únicamente años más tarde, después del descubrimiento de ciertos principios básicos. Hadamard señala: “(1) Que Galois tuvo que haber concebido estos principios de alguna manera; (2) que han de haber estado inconscientes en su mente, ya que no hace mención de ellos, aunque en sí mismos representan un descubrimiento importante”.

Entonces parecería que el proceso de elección subyacente a la inspiración matemática puede hacer uso de principios básicos que son muy elaborados y sofisticados y que son totalmente desconocidos a la mente consciente de la persona implicada. Algunos de los desarrollos que conducen a la comprobación de algunos de los teoremas de Riemann son altamente complejos, requiriendo muchas páginas (e incluso volúmenes) de exposiciones matemáticas altamente abreviadas. Ciertamente es difícil ver cómo un proceso mecánico de experimentación como el descrito por Poincaré pudiera explotar tales principios. Por otra parte, si existen otras soluciones más simples que eviten el uso de tales desarrollos elaborados, ellos han permanecido desconocidos hasta el momento actual, a pesar de extensas búsqueda dedicada a estos temas.

El proceso de elección que fundamenta la inspiración matemática también tiene que hacer uso de criterios de selección los cuales son excesivamente sutiles y difíciles de definir. El trabajo matemático de alta calidad no se puede resolver simplemente aplicando reglas rutinarias de lógica. Por lo contrario, su resolución implica sensibilidad emocional, apreciación de belleza, armonía y otras delicadas cualidades estéticas. Acerca de estos criterios Poincaré dijo: “Es casi imposible determinarlos precisamente; se sienten más que formularse”.11 Esto es también verdad para los criterios mediante los cuales juzgamos las creaciones artísticas, tales como las composiciones musicales. Estos criterios son reales pero al mismo tiempo muy difíciles de definir precisamente. Sin embargo, evidentemente fueron completamente incorporados en ese proceso misterioso que proveyó a Mozart de composiciones musicales sofisticadas sin ningún esfuerzo en especial de su parte y, de hecho, sin conocimiento de cómo estaba sucediendo.

Si el proceso que fundamenta la inspiración no consiste de un extenso método mediante la eliminación de errores, como sugería Poincaré, sino que depende principalmente de la elección directa, entonces la podemos explicar en términos de las ideas mecanicistas actuales únicamente dando por cierto la existencia de un algoritmo muy poderoso construido dentro del circuito neural del cerebro. Sin embargo, no es completamente claro cómo podemos explicar satisfactoriamente la inspiración refiriéndose a tal algoritmo. Aquí únicamente consideraremos brevemente esta hipótesis antes de proseguir para delinear una base teórica como alternativa el entendimiento de la inspiración.

La hipótesis del cerebro algorítmico ocasiona las siguientes preguntas básicas:

(1).- Orígenes.- Si las inspiraciones científicas y artísticas resultan de la actividad de un algoritmo neuronal, entonces ¿cómo surge el modelo de conexiones nerviosas que forman este algoritmo? Sabemos que el algoritmo no puede ser uno sencillo cuando consideramos la complejidad de los algoritmos automáticos para comprobar teoremas que han sido producidos hasta ahora por trabajadores en el campo de la inteligencia artificial. 12 Estos algoritmos ni siquiera se pueden acercar a la habilidad de mentes humanas avanzadas, no obstante son extremadamente complejos. Pero si nuestro hipotético cerebro algorítmico es extremadamente complejo, ¿cómo surgió? Difícilmente se le puede justificar como una extensa mutación genética al azar o de una recombinación en una sola generación, ya que otra vez surgiría el problema de la elección entre un vasto número de posibles combinaciones. Por consiguiente, se tiene que suponer que relativamente, sólo unas cuantas probables transformaciones genéticas separan el genotipo de un Mozart de los de sus padres, quienes, aunque talentosos, no poseían tal habilidad musical.

Sin embargo, no es la experiencia general de quienes trabajan con algoritmos que unas cuantas sustituciones o recombinaciones de símbolos puedan mejorar drásticamente la función del algoritmo o que le de capacidades totalmente nuevas que nos impresionen como algo notable. Generalmente, si esto sucediera con un algoritmo en particular, tenderíamos a suponer que fue una versión defectuosa de otro algoritmo diseñado originalmente para exhibir esas capacidades. Esto implicaría que el algoritmo para las habilidades únicas de Mozart existiría en una forma escondida en los genes de sus ancestros.

Esto nos lleva al problema general de explicar el origen de las peculiaridades humanas. De acuerdo con las teorías más ampliamente aceptadas hoy en día, estas peculiaridades fueron seleccionadas en base a la ventaja reproductiva relativas que confirieron a sus posesores. La mayoría de las selecciones para nuestros algoritmos hipotéticos ocultos tuvieron que haber ocurrido en épocas muy primarias, debido tanto a la complejidad de estos algoritmos así como el hecho que con frecuencia son llevados en forma oculta.

Se piensa ahora que la sociedad humana, durante la mayor parte de su existencia, permaneció al nivel de cazadores y recolectores cuando mucho. Es difícil ver, en tales sociedades, cómo personas como Mozart o Gauss hubiesen jamás tenido la oportunidad de exhibir por completo sus habilidades excepcionales. Pero de no hacerlo así, entonces el proceso seleccionado postulado por la teoría evolutiva no podría seleccionar efectivamente estas habilidades.

Así nos encontramos ante un dilema: tal parece que es tan difícil explicar el origen de nuestros hipotéticos algoritmos generadores de inspiración, como lo es explicar las inspiraciones mismas.

(2) Experiencia subjetiva.- Si el fenómeno de la inspiración es causado por el funcionamiento de un algoritmo neural, entonces ¿por qué la inspiración tiende a ocurrir como una realización abrupta de una solución completa, sin la percepción consciente del individuo de los pasos intermedios? Los ejemplos de Riemann y Galois muestran que algunas personas han obtenido resultados aparentemente de una manera directa, en tanto que otras pudieron verificar esos resultados únicamente a través de un laborioso proceso implicando etapas intermedias. Normalmente resolvemos problemas relativamente fáciles mediante un proceso consciente gradual. ¿Porqué entonces, los científicos, matemáticos y artistas inspirados pasan inadvertidos los pasos intermedios importantes en el proceso de resolver problemas difíciles o producir intrincadas obras de arte, y ser conscientes únicamente durante una breve experiencia de realización?

De esta manera podemos ver que el fenómeno de la inspiración no se puede explicar fácilmente en términos de los modelos mecanicistas de la naturaleza consistentes de las teorías actuales de la Física y de la Química. En el resto de este artículo sugeriremos una alternativa a estos modelos. Se ha vuelto muy común entre los científicos buscar relación entre la Física moderna y el antiguo pensamiento oriental, y encontrar intrigantes sugerencias para hipótesis en los Upanisads, en El Bhagavad-gita y similares textos védicos. El Bhagavad-gita en particular da una descripción de realidad universal donde el fenómeno de la inspiración tiene natural cabida. Usando algunos conceptos fundamentales presentados en El Bhagavad-gita, a partir de ello delinearemos una estructura teórica para la descripción de la naturaleza que proporciona una explicación directa de la inspiración, pero ésta es aún lo suficientemente amplia para incluir las teorías actuales de la física como un caso limitativo. Ya que aquí estamos ofreciendo estos conceptos únicamente como tema de reflexión y discusión no trataremos de darle un tratamiento riguroso y final.

La imagen de la realidad universal presentada en El Bhagavad-gita difiere del pensamiento científico actual en dos aspectos fundamentales:

(1) Se entiende que la conciencia es una característica fundamental de la realidad y no un subproducto de la combinación de entidades no conscientes.

(2) El principio causativo último que fundamenta la realidad se entiende que es ilimitadamente complejo, y que es la fuente de ilimitadas formas organizadas y actividades.

Específicamente, El Bhagavad-gita afirma que la causa absoluta fundamental de todas las causas es un ser consciente universal, y que las manifestaciones de la energía material son exhibición de la voluntad de ese ser consciente.

Los seres subjetivos individuales de los seres vivientes (tales como nosotros) se entiende que son partes diminutas del ser absoluto que posee la misma naturaleza consciente de sí mismo. Estos diminutos seres conscientes interactúan directamente con la materia por medio del control del ser absoluto de la materia.

En la ciencia moderna la idea de una causa última que fundamenta la manifestación fenomenal se expresa mediante el concepto de las leyes de la naturaleza. Así en la física moderna se piensa que todas las causas y efectos son reducibles a la interacción de entidades físicas fundamentales, de acuerdo con las leyes básicas de fuerza. En la actualidad algunos físicos piensan que las entidades fundamentales consisten de tales partículas como los electrones, muones, neutrinos y quarks, y a las leyes de la fuerza se les lista como fuente electromagnética, débil y gravitacional. Sin embargo, la historia de la ciencia ha mostrado que no sería sabio considerar a estas listas como finales. En las palabras del físico David Bohm: “La posibilidad siempre está abierta que puedan existir una variedad ilimitada de propiedades, cualidades, entidades, sistemas, niveles, etc.… adicionales que se puedan que se puedan aplicar correspondientemente a nuestro tipos de leyes de la naturaleza”.13

La imagen de la realidad presentada en El Bhagavad-gita se podría ajustar con la forma de los físicos modernos de ver al mundo si consideramos a las descripciones matemáticas de la realidad, ser en el mejor de los casos, aproximaciones. De acuerdo a esta idea, en la medida que tratamos de formular aproximaciones matemáticas cada vez más cercanas a la realidad, nuestro formalismo necesariamente diverge sin límite en dirección de una complejidad cada vez mayor. Existirán muchas ecuaciones que describan aspectos limitados de la realidad con diferentes grados de exactitud, pero no habrá una sola ecuación que resuma todos los principios de causalidad.

Podemos considerar a estas ecuaciones como leyes aproximadas de la naturaleza, representando principios modelos adoptados por el ser absoluto para la manifestación del universo físico. El Bhagavad-gita describe al ser absoluto en términos aparentemente paradójicos, como una entidad única y sin embargo simultáneamente omnipresente en tiempo y espacio. Sin embargo, este concepto también se aplica a las leyes de la física, como actualmente las entienden los científicos, para cada una de estas leyes se requiere que un solo principio se aplique uniformemente a través del espacio y del tiempo (tales como el principio de la atracción gravitacional con la constante universal G).

La diferencia entre los conceptos de la física moderna y los que se presentan en El Bhagavad-gita descansa en la manera que exhibe unidad el principio causal último. La meta de muchos científicos ha sido la de encontrar alguna extremadamente sencilla ecuación única que exprese todos los principios causales en una forma unificada. Sin embargo, de acuerdo con El Bhagavad-gita, la unidad del ser absoluto trasciende la descripción matemática. El ser absoluto es una entidad única autoconsciente que posee conocimiento y potencia ilimitados. Por lo tanto, un cálculo matemático de este ser tendría que ser ilimitadamente complejo.

De acuerdo con El Bhagavad-gita, el fenómeno de la inspiración resulta de la interacción entre el ser absoluto omnipresente y los seres conscientes localizados, ya que la potencia ilimitada del ser absoluto se encuentra disponible en todas partes, entonces es posible para todas las variedades de creaciones artísticas y matemáticas manifestarse directamente dentro de la mente de cualquier individuo. Estas creaciones se manifiestan por la voluntad del ser absoluto de acuerdo con el deseo tanto del ser viviente individual y ciertas leyes psicológicas.

CONCLUSIÓN

Hemos observado que la tentativa de dar una explicación mecánica de la inspiración basada en los principios conocidos de la física presenta dos dificultades fundamentales. Primero, el proceso de la inspiración se puede explicar mecánicamente sólo si presuponemos la existencia de un elaborado algoritmo en el circuito neural del cerebro. Sin embargo, es tan difícil dar razón del origen del algoritmo como lo es justificar las inspiraciones mismas. Segundo, incluso si aceptamos la existencia de tal algoritmo, el cuadro mecánico no nos proporciona un entendimiento de la experiencia subjetiva de la inspiración en la cual una persona obtiene la solución a un problema mediante una revelación súbita, sin conciencia de pasos intermedios.

Si de hecho es posible dar razón de la inspiración en términos de los principios causales conocidos, entonces será necesario adquirir algún entendimiento de principios causales más profundos que operan en la naturaleza. De otra manera no será posible dar explicación de la inspiración. Es aquí donde puede ser útil para los investigadores la visión del mundo de El Bhagavad-gita. El Bhagavad-gita proporciona una descripción detallada de las leyes mediante las cuales los seres individuales y el Ser Absoluto interaccionan, y esta descripción puede servir como la base de una investigación más profunda de la fenomenología de la inspiración.

El Bhagavad-gita



El autor se refiere a múltiples versos de El Bhagavad-gita que explican que el Señor, como la Superalma o Paramatma, y el alma individual, o atma, están situados en el cuerpo. Del Señor Krishna provienen el recuerdo, el conocimiento y el olvido, de ahí la inspiración. Al alma individual se le denomina ksetrajñayor, que conoce únicamente su cuerpo individual o su propio campo de actividades, el cuerpo. Pero el Señor Supremo está en el cuerpo de todos y guía a cada entidad viviente.



15.15

sarvasya caham hrdi sannivisto

mattah smrtir jñanam apohanam ca

vedais ca sarvair aham eva vedyo

vedanta-krd veda-vid eva caham



“Yo me encuentro en el corazón de todos, y de Mí proceden el recuerdo, el conocimiento y el olvido. Es a Mí a quien hay que conocer a través de todos los Vedas. En verdad, Yo soy el compilador de El Vedanta y el conocedor de los Vedas.”

13.3

“¡Oh, vástago de Bharata!, debes saber que Yo también soy el conocedor que está en todos los cuerpos [ksetra-jñam capi mam viddhi sarva-ksetresu bharata, el Señor Supremo], y que entender el cuerpo y a su propietario [ksetrajñayor, el conocedor del campo, el alma individual] se denomina conocimiento. Ésa es Mi opinión.”

13.23

“Sin embargo, en este cuerpo hay otro disfrutador [aparte del alma individual], uno trascendental, quien es el Señor, el propietario supremo, quien existe como supervisor y sancionador, y a quien se conoce como la Superalma.”

13.28

“Aquel que ve que la Superalma acompaña al alma individual en todos los cuerpos, y que entiende que ni el alma ni la Superalma que están dentro del cuerpo destruible son destruidas jamás, realmente ve.”

Vocabulario

Algoritmo- (Mat): Conjunto finito de reglas operativas explícitas que definen un procedimiento de engendramiento de una solución.

Funciones y= f (x)

y (es) función de x

Ángstrom o angstromio: 1.m. FÍS. Unidad de longitud equivalente a una diezmillonésima de milímetro, que se utiliza para expresar longitudes de onda, dimensiones atómicas o subatómicas, dimensiones celulares, etc.:

Behaviorismo (Psic): El behaviorismo, que literalmente significa psicología del comportamiento, representa a la vez una teoría y un movimiento cuya importancia ha sido determinante en el desarrollo de de la psicología científica.

Función (mat.): Magnitud cuyo valor depende del que se toma otra cantidad llamada variable independiente.

Integral (mat.): Función en la cual una de las derivadas es otra función dada.

Mecanicismo (Fil.): Doctrina que considera la totalidad de lo real, o las realidades materiales según la metáfora de la máquina.

Tabla f. (lat. Tabula): Cuadro en que se disponen los números para facilitar los cálculos.

-o-

Notas

1. S.G. Brush, “Should the History of Science Be Rated X?” Science, Vol. 183, p.1167.

2. J.F. Jones, “Recursive Undecidability-An Exposition”, American Mathematical Monthly, Sept. 1974, p. 727.

3. J. Hadamard, The Psicology of Invention in the Mathematical Field (Princenton: Princenton Univ. Press1949), p.15.

4. Henri Poincaré, The Foundation of Science (Lancastar, Pa.: The Science Press, 1946), p. 387-8.

5. Ibíd.

6. Hadamard, óp. cit., p.16.

7. Poincaré, óp. cit., p. 390.

8. Ibíd., óp. cit., p. 391.

9. Hadamard, óp. cit., p. 118.

10. Ibíd. P. 120.

11. Poincaré, óp. cit., p. 390.

12. Joseph Weizambaum, Computer Power and Human Reason (San Francisco: W.B. Freeman and Company, 1976) ch. 9.

13. David Bohm, Causality and Chance in Modern Phisics (London: Routledge and Kegan Paul Ltd., 1957), p. 133.



Acerca del Autor

Dr. Richard L. Thompson nació en Binghamton, Nueva York, en 1947. Recibió su licenciatura en Matemáticas de la Universidad de Syracuse, en 1974 recibió su doctorado en Matemáticas de la Universidad Cornell, donde se especializó en teoría de la probabilidad. El Dr. Thompson ha trabajado como matemático y analista en sistemas de computación para la General Aniline and Film Corporation y para la Computer Science Corporation.

Sus intereses de investigación incluyen; teoría de la información, mecánica cuántica, modelos matemáticos para el estudio de la vida, y la filosofía de la ciencia.

Actualmente es miembro de la Sociedad Americana de Matemáticas, y de la Sociedad Internacional para la Conciencia de Krishna.

El Traductor

Traducido por Nandanandana das (ACBSP), México.





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