miércoles, 31 de julio de 2013


Llegada a Los Ángeles, 1 de junio 1976.

 



Mientras el avión se deslizaba en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles el piloto hizo un anuncio especial. Él informó que debido a que la sala de llegadas se encontraba especialmente demasiado atestada, que aquellos que no esperaban que nadie los recibiera podían salir por una vía especialmente designada para evitar la conglomeración. Lo que no mencionó fue que la sala estaba abarrotada de cientos de devotos ansiosos de ver a Srila Prabhupada. Ellos habían venido de toda la Costa Oeste y de más allá.
Tamal Krishna, Hridayananda, Trivikrama and Ramesvara Swamis y Jagadisha Prabhu recibieron a Srila Prabhupada, cada uno llevando una opulenta guirnalda de flores de varios tamaños, incluyendo una que le llegaba a los pies. Al tiempo que le ponían las guirnaldas en su cuello, los devotos, debido al afecto espontaneo, irrumpieron en éxtasis puro al verlo. El largo pasillo del aeropuerto fue tumultuoso con los devotos cantando y bailando con desinhibición sublime, atropellándose entre ellos tratando de ver al devoto puro del Señor Supremo. En la medida que avanzaba en las bandas móviles del pasillo, Srila Prabhupada parecía como una luna llena cruzando el firmamento rodeada por un séquito de estrellas brillantes, todos reunidos para rendirle homenaje a su amo y maestro. En reciprocación, él levantó su mano en alto en el aire, sonriendo ampliamente, sus dientes brillando ante la luz. Los devotos se desbordaron de júbilo. Las paredes se retumbaban con el bum de los tambores y el choque de los kartalos, y la vibración sonora trascendental de los santos nombres convirtieron a los aditamentos ordinarios del aeropuerto y sus alrededores en Vaikuntha. Fue la recepción más  grande que LAX, el aeropuerto de Los Ángeles, haya visto jamás, y Srila Prabhupada
muy humildemente aceptó la tremenda glorificación con las palmas de las manos juntas y exclamaciones de   “Hare Krishna” y “¡Jaya!”.

Cabe mencionar que estuve en el recibimiento de Srila Prabhupada en el aeropuerto, fue realmente extático, con todos los devotos alborozados y kirtan todo el camino por los pasillos del aeropuerto y la banda móvil por la   que iba Prabhupada. – Nandanandana das. 


En el templo del 3764 Wateska Ave.

En el templo ciento más de devotos esperaban a Su Divina Gracia, haciendo valla a los lados de una alfombra roja que iba de la calle hasta la entrada al templo. Prabhupada descendió del auto enguirnaldado con gardenias y rosas. En la medida que se acercaba a los grandes portones de madera, y al igual de cuando entraba al templo, llovían miles de pétalos multicolores de flores lanzados por devotas emocionadas desde el balcón. Eran tantos pétalos que caminó sobre una verdadera alfombra de ellos. Era una verdadera bienvenida a casa.

 Srila Prabhupada caminó firmemente a través del templo de opulento interior el cual me pareció asombroso. Los pisos son de mármol, y muchas de las pinturas al oleo originales de ISKCON, reproducidas en los libros de Srila Prabhupada, cuelgan por todas partes. De igual manera el techo está cubierto con grandes murales del Caitanya-lila, rodeando una cavidad cubierta de espejos. Columnas y arcos de ónix verde, con dioramas de músicos celestiales en la parte superior, a ambos lados, conducen hacia el recinto de la Deidad.
Caminando firmemente hasta el frente delante del altar, Srila Prabhupada me dio su bastón y las pesadas guirnaldas que usaba se las dio a los sannyasis. Luego al sonido de caracolas y trompetas de monte ofreció sus postradas reverencias a las resplandecientes y regias personalidades situadas en los tres tronos dorados, los objetos últimos de adoración en toda la creación – Sus Señorías Sri Sri Guru y Gauranga, Sri Sri Rukmini-Dvarakadisha y el Señor Jagannatha, Baladeva y Subhadra. Cuando Prabhupada se dirigía de vuelta para subirse a su opulenta vyasasana decorada con hoja de oro yo miraba alrededor, contemplando la gran opulencia del templo  y el océano de devotos. Era fácil ver porque  Prabhupada había nombrado la comunidad en honor de la ciudad más opulenta de Krishna, Dwaraka.


Los sannyasis se acercaron para lavar los pies de Srila Prabhupada, primero con pañcamrita – leche, yogurt, ghí, miel y agua endulzada- agua perfumada con esencia de rosas, mientras que el resto de los devotos lo adoraban con arati y flores. 

Finalmente, una vez que  la celebración de llegada había concluido, Prabhupada se retiró a sus habitaciones en el piso superior sin dar un discurso. Antes de que saliéramos de Bombay en abril él nos dijo que desde el punto de vista administrativo que no era necesario para él venir al Occidente; que sus discípulos estaban haciéndose cargo de todo de una manera muy competente. Pero que aún así él venía simplemente para entusiasmar a los devotos y para darles fuerza y transmitirles mayor ímpetu, a fin de que la prédica siguiera creciendo. Su llegada esta noche más que justificaba el esfuerzo de viajar tan lejos. Después de esta recepción él estaba radiante y muy satisfecho de ver el entusiasmo de sus discípulos. 
En esta época yo prestaba mi servicio en el BBT en Español. Teníamos unos apartamentos en uno de los edificios enfrente del templo, al cruzar la calle, que nos servían de oficinas y de ashram. En esos días de la visita de Srila Prabhupada, Tamal Krishna Maharaja se estaba quedando con nosotros. Esa tarde, después de la recepción que le habíamos
brindado a Srila Prabhupada, yo estaba sentado detrás del escritorio a nivel del piso en la primera habitación que fungía como oficina. Estaba yo meditando en los eventos de ese día, la llegada de Srila Prabhupada, etc. cuando repentinamente entró Tamal Krishna Maharaja, traía en su mano la toalla con la que había secado los pies de loto de Srila Prabhupada, desde luego se veía extático, se acercó y me puso la toalla en la cabeza y yo caí en éxtasis. Luego él miró a la toalla, me miró a mí, se quedo como pensando, y ¡me dio la toalla!¡Jaya Srila Prabhupada! –Nandanandana das.
 


 Junio 9, 1976.

Por la tarde, Ramesvara Swami y Radhaballabha le entregaron a Srila Prabhupada  el volumen más reciente de El Srimad-Bhagavatam, la segunda parte del Séptimo Canto. Srila Prabhupada  brillaba de satisfacción… Mientras él examinaba el nuevo volumen, admirando la alta calidad de la presentación, llegó Kirtanananda Swami. Él voló desde Pittsburgh especialmente para asistir a la premier del filme hecho por Yaduvara dasa acerca de Nueva Vrindavan, intitulada Frontera Espiritual. Él trajo consigo helado casero y una cantidad considerable de dulces de Nueva Vrindavan. 

 


Yo estuve presente durante la presentación del filme que se llevó a cabo en el salón del templo. Esto fue por la tarde-noche  Srila Prabhupada estaba sentado en su vyasasana, las puertas del altar de las Deidades estaban abiertas, todas las luces estaban apagadas con excepción de las luces de las Deidades, los devotos estábamos sentados en el piso; yo traté de estar cerca de Srila Prabhupada. En cierto momento en que en el filme aparecen devotos de Nueva Vrindavan friendo puris, y estos se inflan, Srila Prabhupada dijo: “Tráiganme unos”, y sonrió. Fue algo muy dulce, imagínense “ir al cine” con Srila Prabhupada. Y por supuesto las Deidades también estaban observando. -Nandanandana das.




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