TODAS LAS GLORIAS A SRILA PRABHUPADA!
Cómo Vine a Conciencia de Krishna
Nandanandana
Das
La siguiente recopilaciòn la hice a peticiòn de mis hermanos espirituales Ritu das y Pippolai prabhu.
Nací
y crecí en la ciudad de México D.F. Aunque me crié en una familia que me
inculcó valores religiosos que yo mismo cultivé, para 1971, cuando cursaba el
último año de la escuela Preparatoria, debido al estudio de múltiples
filosofías y cuestionamientos que personalmente me hacía y a la educación de
corte ateo que prevalece en la vida académica en todo el mundo, me consideraba
a mí mismo un ateo, aunque más bien era un escéptico en busca de respuestas. Esa
situación no era satisfactoria, pero tampoco iba yo a aceptar cosas sin tener
la certeza de su validez o realidad. Llegué al punto de retar a Dios y decirle:
“Si realmente existes, muéstrame el camino para conocerte”. Y sin saberlo muy
pronto recibiría la respuesta.
El
domingo 1º de agosto de ese 1971 me
encontraba estudiando para exámenes del colegio junto con un amigo y vecino. Después
de estar estudiando por horas, decidimos dar una vuelta por Chapultepec para
despejar la mente. Tomamos el metro, el cual tenía unos tres años de ser
inaugurado, y llegamos al bosque de Chapultepec. Caminando llegamos a un lado
del lago, casi junto a las rejas que dan con Reforma. Ahí estaba una banda de
Rock tocando música y gente escuchando, nosotros también nos sentamos en el
césped a escuchar la banda. De pronto vimos a dos devotos, uno era alto y
delgado, casi pálido (después sabríamos que era Bhutahrit), el otro era bajo y
moreno (José Luis Colín). La apariencia de estos devotos resultaba atractiva:
ataviados con sus ropas de monjes vaishnavas de color azafrán, ambos usaban
sudaderas -una gris claro y la otra azul oscuro- con capuchas, encima de todo
usaban su capa al costado, lo cual era común en esos días entre los devotos. Realmente
brillaban, con sus cabezas afeitadas y con sika,
y sus frentes decoradas con tilaka.
Se veía en ellos serenidad y una sonrisa amable. Inmediatamente sentí el
impulso de acerarme a ellos y preguntarles quiénes eran y qué hacían, así que
eso fue lo que hice. Estaban
distribuyendo tarjetas de presentación como invitaciones a los programas del
templo. Explicaron que tenían poco en México y que habían abierto un templo,
así que nos invitaron.
Las
tarjetas invitaban a la Sociedad Internacional para la Conciencia de Krishna,
conferencias de Bhakti-yoga y del Bhagavad-gita,
y a un banquete vegetariano, todo esto me sonó como muy formal; una sociedad
internacional y con un banquete, ¡increíble y además entrada libre! La
dirección era Calzada de Tacubaya 70, Colonia Condesa, cerca del metro
Chapultepec. Al reverso estaba escrita la leyenda que decía: “Cante los Santos
Nombres y su vida será feliz”, y enseguida estaba escrito el Hare Krishna maha-mantra.
Asistimos
al día siguiente lunes, -era Pavitropana Ekadasi y el inicio de Radha-Govinda
Jhulana Yatra, desde luego esto nosotros no lo sabíamos. Nos recibió bhakta
Paco (más tarde Prakashananda), un devoto mexicano de aspecto místico y de un
hablar pausado y articulado que causaba interés. Lo primero de lo que nos habló
fue de Srila Prabhupada, y nos explicó el significado de su nombre: Srila
Prabhupada, Bhaktivedanta, etc. Un poco después entramos al templo propio para
celebrar aratik. Todo el ambiente era
místico con el aroma de incienso, las luces estaban apagadas sólo había la
iluminación de las velas del altar y algunas veladoras alrededor del salón del
templo, había una ofrenda en el altar que ente otras preparaciones contenía
sandía y una copa de leche. Después del aratik
empezó la clase de El Bhagavad-gita.
Cit-sukhananda dasa empezó cantando y después leyó un verso de El Bhagavad-gita y el comentario dado
por Srila Prabhupada. Cit-sukhananda dasa empezó a dar su elucidación, se
trataba de un verso del Segundo Capítulo de
El Bhagavad-gita que trataba de la naturaleza del alma, e increíblemente
empezó a contestar muchas de las preguntas e inquietudes que yo tenía. En la
sección de preguntas y respuestas, lo bombardeé con preguntas a las que les
daba respuestas satisfactorias. Y le hice tantas preguntas que él comentó
analógicamente acerca de Srila Prabhupada cuando Srila Bhaktisiddhanta dijo que
lo iba a hacer su discípulo porque le
gustaba escuchar.
Es
por demás decir que salí de ahí lleno de alegría, literalmente brincando y bailando
de alegría. ¡Por fin encontraba las respuestas a tantos cuestionamientos!
¡Acerca del alma, del ser, de la existencia de Dios, del propósito de la vida,
del origen de la misma! Y además algo de suma importancia, ¡que hay un método
para realizar todo este conocimiento! El
Bhagavad-gita, este movimiento, Srila Prabhupada nos daban todas las
respuestas. Empecé a asistir a las clases de El Bhagavad-gita por las tardes todos los días y después empecé a
visitar el templo en el transcurso del día; una mañana tuve la oportunidad de
hacer mi primer servicio de ayudar a pintar el templo. De esta manera tuve
mayor oportunidad de asociarme con los devotos, especialmente con
Cit-sukhananda que era de mucha inspiración, hablaba mucho de Srila Prabhupada,
de dónde estaba él, qué estaba haciendo, qué decía, de sus cartas. Éstas eran
las conversaciones comunes de los devotos en ese tiempo. Pero en particular en Cit-sukhananda
se notaba su amor por Srila Prabhupada, lo cual me inspiraba cada vez más en
querer conocerlo personalmente. Cit-sukhananda había llegado muy inspirado a
México deseando servir a Srila Prabhupada abriendo templos y predicando,
cantando los Santos Nombres.
Algunas
veces yo acompañaba a Cit-sukhananda a hacer compras o al banco, etc. También
me encontraba a los devotos en la Glorieta de Insurgentes en la Zona Rosa
vendiendo incienso, yo asistía a una escuela de inglés en la calle de Hamburgo.
Así conciencia de Krishna había llegado a México con estos emisarios de Srila
Prabhupada, a saber, Cit-sukhananda, Bhutahrit (a quien algunos devotos
llamaban Bhutafarít) y bhakta Jan. Y los primeros devotos mexicanos de esa
prédica, Prakshananda dasa prabhu, José Luis Colín y un servidor Nandanandana
dasa, en ese orden.
Me
parece, en mi humilde opinión, que todos los devotos en Latinoamérica estamos
en deuda con Cit-sukhananda prabhu por su servicio a Srila Prabhupada de abrir
el templo de México y el campo de toda América Latina y del mundo de habla
hispana a la conciencia de Krishna.
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