viernes, 4 de octubre de 2013

TODAS LAS GLORIAS A SRILA PRABHUPADA!


Cómo Vine a Conciencia de Krishna

Nandanandana Das

La siguiente recopilaciòn la hice a peticiòn de mis hermanos espirituales Ritu das y Pippolai prabhu.




Nací y crecí en la ciudad de México D.F. Aunque me crié en una familia que me inculcó valores religiosos que yo mismo cultivé, para 1971, cuando cursaba el último año de la escuela Preparatoria, debido al estudio de múltiples filosofías y cuestionamientos que personalmente me hacía y a la educación de corte ateo que prevalece en la vida académica en todo el mundo, me consideraba a mí mismo un ateo, aunque más bien era un escéptico en busca de respuestas. Esa situación no era satisfactoria, pero tampoco iba yo a aceptar cosas sin tener la certeza de su validez o realidad. Llegué al punto de retar a Dios y decirle: “Si realmente existes, muéstrame el camino para conocerte”. Y sin saberlo muy pronto recibiría la respuesta.
El domingo 1º  de agosto de ese 1971 me encontraba estudiando para exámenes del colegio junto con un amigo y vecino. Después de estar estudiando por horas, decidimos dar una vuelta por Chapultepec para despejar la mente. Tomamos el metro, el cual tenía unos tres años de ser inaugurado, y llegamos al bosque de Chapultepec. Caminando llegamos a un lado del lago, casi junto a las rejas que dan con Reforma. Ahí estaba una banda de Rock tocando música y gente escuchando, nosotros también nos sentamos en el césped a escuchar la banda. De pronto vimos a dos devotos, uno era alto y delgado, casi pálido (después sabríamos que era Bhutahrit), el otro era bajo y moreno (José Luis Colín). La apariencia de estos devotos resultaba atractiva: ataviados con sus ropas de monjes vaishnavas de color azafrán, ambos usaban sudaderas -una gris claro y la otra azul oscuro- con capuchas, encima de todo usaban su capa al costado, lo cual era común en esos días entre los devotos. Realmente brillaban, con sus cabezas afeitadas y con sika, y sus frentes decoradas con tilaka. Se veía en ellos serenidad y una sonrisa amable. Inmediatamente sentí el impulso de acerarme a ellos y preguntarles quiénes eran y qué hacían, así que eso fue lo que hice.  Estaban distribuyendo tarjetas de presentación como invitaciones a los programas del templo. Explicaron que tenían poco en México y que habían abierto un templo, así que nos invitaron.
Las tarjetas invitaban a la Sociedad Internacional para la Conciencia de Krishna, conferencias de Bhakti-yoga y del Bhagavad-gita, y a un banquete vegetariano, todo esto me sonó como muy formal; una sociedad internacional y con un banquete, ¡increíble y además entrada libre! La dirección era Calzada de Tacubaya 70, Colonia Condesa, cerca del metro Chapultepec. Al reverso estaba escrita la leyenda que decía: “Cante los Santos Nombres y su vida será feliz”, y enseguida estaba escrito el Hare Krishna maha-mantra.  
Asistimos al día siguiente lunes, -era Pavitropana Ekadasi y el inicio de Radha-Govinda Jhulana Yatra, desde luego esto nosotros no lo sabíamos. Nos recibió bhakta Paco (más tarde Prakashananda), un devoto mexicano de aspecto místico y de un hablar pausado y articulado que causaba interés. Lo primero de lo que nos habló fue de Srila Prabhupada, y nos explicó el significado de su nombre: Srila Prabhupada, Bhaktivedanta, etc. Un poco después entramos al templo propio para celebrar aratik. Todo el ambiente era místico con el aroma de incienso, las luces estaban apagadas sólo había la iluminación de las velas del altar y algunas veladoras alrededor del salón del templo, había una ofrenda en el altar que ente otras preparaciones contenía sandía y una copa de leche. Después del aratik empezó la clase de El Bhagavad-gita. Cit-sukhananda dasa empezó cantando y después leyó un verso de El Bhagavad-gita y el comentario dado por Srila Prabhupada. Cit-sukhananda dasa empezó a dar su elucidación, se trataba de un verso del Segundo Capítulo de El Bhagavad-gita que trataba de la naturaleza del alma, e increíblemente empezó a contestar muchas de las preguntas e inquietudes que yo tenía. En la sección de preguntas y respuestas, lo bombardeé con preguntas a las que les daba respuestas satisfactorias. Y le hice tantas preguntas que él comentó analógicamente acerca de Srila Prabhupada cuando Srila Bhaktisiddhanta dijo que lo iba a hacer su discípulo porque  le gustaba escuchar.

Es por demás decir que salí de ahí lleno de alegría, literalmente brincando y bailando de alegría. ¡Por fin encontraba las respuestas a tantos cuestionamientos! ¡Acerca del alma, del ser, de la existencia de Dios, del propósito de la vida, del origen de la misma! Y además algo de suma importancia, ¡que hay un método para realizar todo este conocimiento! El Bhagavad-gita, este movimiento, Srila Prabhupada nos daban todas las respuestas. Empecé a asistir a las clases de El Bhagavad-gita por las tardes todos los días y después empecé a visitar el templo en el transcurso del día; una mañana tuve la oportunidad de hacer mi primer servicio de ayudar a pintar el templo. De esta manera tuve mayor oportunidad de asociarme con los devotos, especialmente con Cit-sukhananda que era de mucha inspiración, hablaba mucho de Srila Prabhupada, de dónde estaba él, qué estaba haciendo, qué decía, de sus cartas. Éstas eran las conversaciones comunes de los devotos en ese tiempo. Pero en particular en Cit-sukhananda se notaba su amor por Srila Prabhupada, lo cual me inspiraba cada vez más en querer conocerlo personalmente. Cit-sukhananda había llegado muy inspirado a México deseando servir a Srila Prabhupada abriendo templos y predicando, cantando los Santos Nombres.




Algunas veces yo acompañaba a Cit-sukhananda a hacer compras o al banco, etc. También me encontraba a los devotos en la Glorieta de Insurgentes en la Zona Rosa vendiendo incienso, yo asistía a una escuela de inglés en la calle de Hamburgo. Así conciencia de Krishna había llegado a México con estos emisarios de Srila Prabhupada, a saber, Cit-sukhananda, Bhutahrit (a quien algunos devotos llamaban Bhutafarít) y bhakta Jan. Y los primeros devotos mexicanos de esa prédica, Prakshananda dasa prabhu, José Luis Colín y un servidor Nandanandana dasa, en ese orden.
Me parece, en mi humilde opinión, que todos los devotos en Latinoamérica estamos en deuda con Cit-sukhananda prabhu por su servicio a Srila Prabhupada de abrir el templo de México y el campo de toda América Latina y del mundo de habla hispana a la conciencia de Krishna.





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